Pedro en el Mar (Philipp Otto Runge)

La pintura Pedro en el mar de Philipp Otto Runge captura un momento de intensa emoción y espiritualidad. Este lienzo, a través de su interpretación artística, refleja un episodio crucial del Nuevo Testamento: la experiencia de Pedro caminando sobre el agua hacia Jesús. Esta escena, relatada en Mateo 14:22-33, no solo es una demostración de la divinidad de Cristo, sino también una lección profunda sobre la fe y la confianza en Dios. 

En la pintura de Runge, Pedro es representado en medio del tumultuoso mar, con la mirada fija en Jesús. La elección de colores oscuros y la representación de olas inquietas enfatizan la dificultad y el peligro de la situación. A través de la postura de Pedro, que parece simultáneamente desesperada y llena de esperanza, Runge comunica la dualidad de la fe humana: una mezcla de duda y confianza. 

El pasaje bíblico en Mateo 14:22-33 describe cómo Jesús, después de alimentar a los cinco mil, envía a sus discípulos en un bote mientras él se queda a orar. En la noche, los discípulos se encuentran en medio de una tormenta, y Jesús se les acerca caminando sobre el agua. 

Pedro, al reconocer a Jesús, le pide que lo llame para caminar hacia él. Jesús le dice: Ven. Pedro, con fe, comienza a caminar sobre el agua, pero al notar el fuerte viento y las olas, comienza a hundirse y clama: ¡Señor, sálvame!. Jesús extiende su mano y lo salva, diciéndole: Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste? (Mateo 14:31).

La pintura de Runge y el relato bíblico comparten un tema central: la lucha entre la fe y la duda. Pedro, al enfocarse en Jesús, logra lo imposible, caminando sobre el agua. Sin embargo, su fe vacila cuando presta atención a las circunstancias adversas. 

Este momento ilustra la enseñanza de Proverbios 3:5-6: 

Confía en el Señor con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas.

Runge capta este instante de duda y rescate con gran maestría. La mirada de Pedro hacia Jesús y la expresión de Jesús, serena y compasiva, refuerzan la noción de que la seguridad y la salvación se encuentran en mantener la mirada fija en Cristo, independientemente de las tempestades que nos rodeen.

La narrativa bíblica no solo resalta la fragilidad de la fe humana, sino también la constante disposición de Jesús a rescatar y fortalecer a quienes confían en él. 

En Hebreos 12:2 se nos anima a fijar los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe. Esta instrucción es visualmente representada en la obra de Runge, donde la figura de Jesús es el punto focal, irradiando calma y seguridad en medio del caos.

La pintura y el pasaje nos recuerdan que la fe en Cristo no garantiza una vida libre de problemas, sino la presencia segura y constante de un Salvador que nos sostiene. 

Jesús dice en Juan 16:33:  

En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo. 

Esta promesa nos asegura que, aunque enfrentemos desafíos, podemos tener paz y seguridad en él.

Pedro en el mar de Philipp Otto Runge y el relato bíblico de Mateo 14:22-33 juntos ofrecen una poderosa meditación sobre la fe, la duda y la confianza en Cristo. Mientras que las olas y el viento simbolizan las pruebas y tribulaciones de la vida, Jesús representa la constancia y la seguridad. Este episodio nos insta a mantener nuestra mirada en Jesús, confiando en su poder y amor inquebrantable, sabiendo que incluso en nuestros momentos de mayor duda, su mano está siempre extendida para rescatarnos. 

Al reflexionar sobre estos temas, podemos encontrar fortaleza en la promesa de Isaías 41:10: 

No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. 

La confianza y la seguridad en Cristo nos permiten caminar sobre las aguas turbulentas de la vida, sabiendo que en él encontramos nuestra paz y salvación.